sábado, 21 de enero de 2012

Yo sin ti, no soy nada.

Como Astérix sin Obélix, como un marinero sin mar, como Hansel sin Gretel, como los tres cerditos sin el lobo, como un cuento sin final feliz, como Caperucita sin su capa roja, como un elefante sin trompa, como una casa sin tejado, como París sin la Torre Eiffel, como New York sin el Empire State, como una princesa sin corona, como un arcoiris sin sus siete colores, como una noche sin luna, como un día sin sol, como Jack sin Rose, como un panel de abejas sin reina, como un para siempre si no hay quien lo cumpla, como un susto sin alguien que grite, como una película romántica sin alguien que la vea e intente superar lo que hacen los protagonistas, como los kilómetros si no tienen a quien separar, como un bebé sin su chupete, como el soldadito de plomo sin su bailarina, como Madrid sin la Puerta del Sol, como Papa Noel sin su traje rojo, como los Reyes Magos sin Baltasar, como un cielo sin estrellas, como un campo sin flores, como un año sin primavera, como una persona sin sus cinco sentidos, como los clásicos cuentos sin princesas y príncipes, como Cenicienta sin su zapatito de cristal, como la Bella sin la bestia, como Blancanieves sin los siete enanitos, como Peter Pan sin Campanilla, como un yo, si tí.

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