lunes, 30 de enero de 2012

Un día pasa.

Pasa que estás de pie en algún lado y te das cuenta de que no quieres ser ninguno de los que están a tu alrededor. No quieres ser el puto pringado al que le has rebentado la cara. Ni tampoco tu padre, ni tu hermano, ni nadie de tu puta familia, ni quieres ser la señora jueza. Ni siquiera quieres ser tú. Sólo quieres salir corriendo. Y de repente ocurre, algo se acciona. Y en ese momento sabes que las cosas van a cambiar, y han cambiado. Y que a partir de ahí, ya no volverán a ser lo mismo. De repente aparece alguien que te dice que tranquilo, que aflojes. Y cuando aflojas, te das cuenta de las cosas. Te das cuenta de que en la estantería hay un trofeo de baile entre las botellas de tequila, que está sonando mi canción favorita, que hoy es martes trece, pequeños detalles, pequeñas cosas, que te hacen sentir bien.

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